Leí Daniel (12:1-3), en Martes, 9 de Septiembre 2014, en una Misa Funeraria Católica.
“En aquel tiempo, se alzará Miguel, el gran Príncipe, que está de pie junto a los hijos de tu pueblo. Será un tiempo de tribulación, como no lo hubo jamás, desde que existe una nación hasta el tiempo presente. En aquel tiempo, será liberado tu pueblo: todo el que se encuentre inscrito en el Libro.
Y muchos de los que duermen en el suelo polvoriento se despertarán, unos para la vida eterna, y otros para la ignominia, para el horror eterno.
Los hombres prudentes resplandecerán como el resplandor del firmamento, y los que hayan enseñado a muchos la justicia brillarán como las estrellas, por los siglos de los siglos.”
El autor se dirigió a la nación de Israel antes del nacimiento de Cristo sobre La Gran Tribulación, la Resurrección de los Muertos y la Vida Eterna. El Nuevo Testamento reitera los temas para ambos Judios y Gentiles en el contexto de La Segunda Venida de Cristo y el Fin del Mundo.
El primer verso afirma que el Arcángel Miguel rescatará Judios justos, los escritos en el libro de la vida, al final de La Gran Tribulación.
El verso intermedio menciona la Vida Eterna: los justos resucitarán para el Cielo y los impíos al Infierno. La verdad puede consolar a los dolientes a causa de una reunión potencial con el difunto en el Fin del Mundo.
El último verso indica la recompensa para los justos después de la resurrección, con énfasis en los siervos de Dios.
