“Por tanto, debemos prestar mucha mayor atención a lo que hemos oído, no sea que nos desviemos. Porque si la palabra hablada por medio de ángeles resultó ser inmutable, y toda transgresión y desobediencia recibió una justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande? La cual, después que fue anunciada primeramente por medio del Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, tanto por señales como por prodigios, y por diversos milagros y por dones del Espíritu Santo según su propia voluntad.” (Hebreos 2:1-4)
El Padre Celestial engendro Su hijo, Jesucristo, superior a los ángeles, y Él nos ha hablado después de los profetas del Antiguo Testamento. El autor contrasta la palabra anunciada por los ángeles con la palabra más poderosa de Cristo. Su supremacía debe fortalecer la Fe Cristiana para nos impedir de caer en Apostasía. El Padre Celestial confirmó su testimonio a través de señales, maravillas y el poder de Cristo y los Dones y Frutos del Espíritu Santo.
Oremos:
Señor, quiero creer en Ti. Señor, permite que mi fe sea plena y sin reserva, y deja que penetre en mi pensamiento, mi manera de juzgar las cosas divinas y las cosas humanas. Señor, que mi fe sea alegre y da paz y alegría a mi espíritu, y la dispone para la oración con Dios y de la conversación con los hombres, de modo que la felicidad interior de su posesión afortunada resplandezca en la conversación sagrada y secular. Señor, que mi fe sea humilde y no presuma de estar basada en la experiencia de mi pensamiento y de mi sentimiento; pero deja que se rinden al testimonio del Espíritu Santo, y no tenga mejor garantía que en la docilidad a la tradición y a la autoridad del magisterio de la Santa Iglesia.
Amén.