Cristo: El Sacerdote Mayor

 

“Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es constituido a favor de los hombres en las cosas que a Dios se refieren, para presentar ofrendas y sacrificios por los pecados;  y puede obrar con benignidad para con los ignorantes y extraviados, puesto que él mismo está sujeto a flaquezas; y por esa causa está obligado a ofrecer sacrificios por los pecados, tanto por sí mismo como por el pueblo. Y nadie toma este honor para sí mismo, sino que lo recibe cuando es llamado por Dios, así como lo fue Aarón. De la misma manera, Cristo no se glorificó a sí mismo para hacerse sumo sacerdote, sino que lo glorificó el que le dijo:

Hijo mio eres tu, Yo te he engendrado hoy;

como también dice en otro pasaje:

Tu eres sacerdote para siempre segun el orden de Melquisedec.” (Hebros 5:1-6)

En el Antiguo Testamento, el Sumo Sacerdote era un hombre pecador llamado por Dios para ofrecer dones y sacrificios por sí mismo y por el pueblo. Dios dio la bienvenida solamente a pecadores que vinieron a Él a través del Sumo Sacerdote. El Padre Celestial a su debido tiempo nombró su único hijo Cristo, un hombre sin pecado, como Sumo Sacerdote.

”Cristo, en los días de su carne, habiendo ofrecido oraciones y súplicas con gran clamor y lágrimas al que podía librarle de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente; y aunque era Hijo, aprendió obediencia por lo que padeció; y habiendo sido hecho perfecto, vino a ser fuente de eterna salvación para todos los que le obedecen, siendo constituido por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.” (Hebreos 5:7-10)

Cristo puede interceder por los que están fuera del camino de la verdad, el deber y la felicidad para guiarlos amablemente para sacarlos del error, el pecado y la miseria. Él estuvo sujeto al hambre, la tentación, el sufrimiento, y fue un ejemplo de la oración ferviente. Él fue fortalecido para soportar el inmenso peso del Sufrimiento en La Pasión de Cristo, porque no había ninguna liberación verdadera de la muerte.

El Padre Celestial elevo y exalto a Cristo debido a su sufrimiento y obediencia, y le dio el poder de salvar a todos los pecadores, que vienen a Dios por medio de Cristo. Él es el intercesor entre el Padre Celestial y la Humanidad de acuerdo con el artículo Intercesión. Cristo nos enseñó humilde obediencia a la voluntad de Dios en nuestras aflicciones. Necesitamos de la aflicción, para enseñarnos la sumisión. Su obediencia en nuestra naturaleza nos anima a obedecer y esperar apoyo y consuelo en nuestras tentaciones y sufrimientos. Perfeccionado por el sufrimiento y la obediencia, Cristo se convirtió en fuente de salvación eterna para sus hermanos obedientes.

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