El Ángel de la Paz (versión corta)

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Cada generación ha sido bendecida con una persona especial, a quien el Cielo ha dotado con la misión de ayudar al Pueblo de Dios en las pruebas, en los instantes más difíciles se pondrá a prueba la fe, para proclamar continuamente la Palabra Divina o ejecutar acciones en bien de la humanidad.

Tenemos testimonios de cuán cerca está Dios de los suyos, especialmente del objeto elegido para ser mensajero, o directamente vocero de Dios, como Abraham, Moisés y Juan el Bautista.

En esta generación de tribulación y decadencia con la consiguiente purificación, también debemos tener la bendición de recibir a uno elegido por el Cielo para ayudar a defender a los Hijos de Dios.

El hombre no comprende las decisiones Divinas porque es incapaz de penetrar en la GRANDEZA Y EL PODER DIVINO PARA INVESTIGAR ESA ACCIÓN OMNIPOTENTE.

Frente a innumerables relatos bíblicos, la humanidad tiene dos opciones: creer en el testimonio escrito o rechazarlo.

El cielo ha usado nombres específicos para referirse a esta santa criatura. El principal es Ángel de la Paz, ya que un ángel puede ser protector, ejecutor o mensajero. Esta persona es un Enviado de Dios para esta generación para cumplir una misión específica. Antes de la toma del poder por el anticristo, Dios no abandonará a Su Pueblo en manos de tan feroz enemigo.

Dios ofrece Su Grandeza a Su Pueblo y lo vuelve a bendecir, HACE PACTO CON SU PUEBLO, CON EL REMANENTE SANTO Y LE ANUNCIA EL ENVÍO DE UNA CRIATURA QUE ES OBRA DE SUS MANOS, SIENDO EL ESPEJO DEL AMOR DE SU HIJO JESUCRISTO, para que sea apoyo de Su Pueblo fiel en el instante crucial de la humanidad.

La llegada de un enviado de Dios para luchar por Su Iglesia es inminente. Debemos esperar con alegría la venida de este Enviado del Cielo antes de la Segunda Venida de Cristo. En medio de la lucha contra el anticristo este acto es la culminación de la expresión Divina por amor al hombre, que en vez de ser bendecido nuevamente merecía ser reprendido.

Esperamos que el Ángel de la Paz venga con la rapidez de un rayo, cuando la Voluntad Divina así lo decrete, para que el pueblo anestesiado por la astucia del anticristo pueda despertar de ese letargo que lo aleja de Cristo.

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