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Dios Todopoderoso,
En este día de Pentecostés, celebramos el derramamiento de tu Espíritu Santo sobre tu Iglesia. Nos maravillamos ante el viento impetuoso y las lenguas de fuego que descendieron, empoderando a los primeros discípulos para proclamar el evangelio con valentía. Ese mismo Espíritu ahora mora en nosotros, el templo del Dios viviente.
Espíritu Santo, ven y llénanos hoy de nuevo. Enciende en nuestros corazones una pasión renovada por Jesús y un deseo ardiente de ver tu reino extenderse. Bautízanos de nuevo con poder de lo alto para que podamos profetizar, tener visiones y soñar según tu voluntad. Revívenos con la misma valentía sobrenatural que transformó a los discípulos de cobardes a intrépidos proclamadores de la verdad.
Así como el Espíritu guió a la iglesia primitiva a toda la verdad, nos guía a nosotros a una revelación más profunda de Cristo. Abre nuestros ojos para contemplar las maravillas que se encuentran en tu Palabra. Ilumina nuestro entendimiento, para que podamos comprender la anchura, la longitud, la altura y la profundidad del amor de Cristo, que sobrepasa todo conocimiento. Que el fruto del Espíritu se manifieste abundantemente en nuestras vidas: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio propio.
Fortalécenos con los dones del Espíritu para edificar el cuerpo de Cristo y glorificar tu nombre. Que la profecía, las palabras de sabiduría y conocimiento, la fe, la sanidad, los milagros y el discernimiento de espíritus fluyan libremente entre nosotros.
Sobre todo, que seamos renovados con el poder del Espíritu para ser testigos valientes del evangelio, sin dejarnos intimidar por el miedo ni la intimidación. Concédenos ser tus enviados, capacitados para transformar el mundo con la buena nueva de salvación por medio de Jesucristo.
Que el Espíritu Santo nos fortalezca, nos proteja, nos anime y nos guíe hoy y cada día.
En el nombre poderoso y vivificante de Jesús, oramos.
¡Amén!
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