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“Cantar es rezar dos veces”, sino me oponí a cantar en la iglesia mientras yo era adolescente en Portugal, a pesar de que era solista y el mi pastor reclamaba que yo tenía una excelente voz y debía dirigir el coro. No apreciaba la música debido a mi trágica vida, la música a menudo me entristecia y la evitaba.

Participé brevemente en el coro inglés de mi iglesia durante un renacimiento parroquial después de que la iglesia fue restaurada de los daños causados por el huracán Gloria. La directora Americana afirmaba que el coro cantaba mejor conmigo.

Los hispanos vinieron a la parroquia, el pastor era hispano, y tenían una misa y un coro en español. A veces participaba en la misa española y la apreciaba por la convicción y el entusiasmo de los hispanos y la calidad de la música. El director formó un coro con algunos adultos, pero la mayoría eran niños que cantaban y tocaban instrumentos musicales. . . las canciones eran melodiosas, tipo “Julio Iglesias”. Solía ​​sentarme al lado del coro para disfrutar de la música.

El coro se trasladó desde el frente de la iglesia a su lugar tradicional, y una vez le pedí permiso al director para sentarme junto al coro en su lugar privado. “Sí, pero no cantes con nosotros”, respondió.

Canté una misa sin interferir con elles, pero algunos cantantes notaron mi voz y al final de la misa me invitaron a unirme al coro. Lo hice, y el canto ha mejorado mi calidad de vida y  expiado mis pecados.

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