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Cuando los hombres llegaron a El, dijeron, “Juan el Bautista nos ha enviado a ti, diciendo: ‘¿Eres tú el que ha de venir, o esperamos a otro?’ En esa misma hora curó a muchos de enfermedades y aflicciones, y malos espíritus, y a muchos ciegos les dio la vista. Y respondiendo El, les dijo: ‘Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos reciben la vista, los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres se les anuncia el evangelio. Y bienaventurado es el que no se escandaliza de mí'” (Lucas 7:20-23).
Curaciones tienen cuatro categorías básicas: la curación física de la enfermedad física y la discapacidad; curación psicológica de heridas a la psique humana, incluso las heridas emocionales; curación spiritual del pecado que restaura a una persona a una relación con Dios; y exorcismo y liberación.
Sanar a los enfermos en el nombre de Jesús es una de las formas más efectivas de evangelización. La gente llega a conocer el poder amoroso y salvador de Cristo a través del ministerio de curaciones.
“Y estas señales acompañarán a los que han creído: en mi nombre echarán fuera demonios, hablarán en nuevas lenguas; tomarán serpientes en las manos, y aunque beban algo mortífero, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán las manos, y se pondrán bien” (Marcos 16:17-18).
Cualquier creyente bautizado puede orar por los enfermos.
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